América Latina se ha transformado en la esperanza sólida de la Santa Sede. Francisco I enfrentará una Iglesia contaminada de escándalos y polémicas. Una corresponsal venezolana de www.formiche.net relata cómo podría abordar Bergoglio el reto
Son tres días que llueve sobre Roma. La ciudad eterna (y caótica) está colapsada por la llegada de miles de fieles, periodistas y personal de la Iglesia. Sobre la ciudad se posan los reflectores de todo el mundo. Miles de creyentes llenan la plaza de San Pedro en espera del anuncio de la decisión del Conclave. Se ondean banderas de Brasil, Italia, Ecuador, Polonia. Muchas son venezolanas y norteamericanas. Entre la multitud, sobresale un cartel: “Un Papa gaucho”. Un deseo que se convierte en realidad.
Jorge Bergoglio, obispo de Buenos Aires, se ha convertido este miércoles en el primer Papa latinoamericano y jesuita de la historia. “El deber de los cardenales era dar un nuevo obispo a Roma, pareciera que fueron a buscarlo en el fin del mundo, al otro lado del mundo”, fueron las primeras palabras del nuevo Papa Francisco en referencia a su país natal, Argentina y a una novedad que representa un nuevo cambio para la Iglesia: es la primera vez que es elegido un Papa de otro continente.
Y es que América latina se ha trasformado en la esperanza muy sólida de la Santa Sede. El aumento de creyentes en la región es exponencial; una llama que mantiene viva la fe católica en un momento de gran dificultad.
La primera petición de Papa Francisco ha sido un rezo de los fieles. La tarea que le espera no será simple: tendrá que guiar espiritualmente dos millardos de católicos en el mundo que se han sentidos abandonados por Benedicto XVI y enfrentará además una Iglesia contaminada de escándalos y polémicas.
Según Fabrizio Anselmo, vaticanista del periódico italianoFormiche.net, entre los desafíos de Papa Francesco está la reforma de la Curia vaticana. El caso Vatileaks, la madre de todos los dossier, fue la gota que derramó el vaso. El robo de los documentos reservados llevó a Benedicto XVI a crear una comisión de investigación guiada por el cardinal del Opus Dei Julian Herranz. Benedicto, impresionado por el resultado, decidió no divulgar los resultados. Esas revelaciones están sobre el escritorio de Jorge Bergoglio. Es la más pesada herencia que podía dejarle. Ignazio Ingrao, vaticanista del semanal italiano Panorama, ha logrado revelar algunos elementos: en la investigación se describe una Iglesia llena de intereses, relaciones “inconfesables”, ambiciones, lobbies económicas y la existencia de un grupo “gay”. El llamado al orden es urgente.
Otro de los cambios necesarios es el de una mayor transparencia financiera en la Iglesia. El Ior, el banco del Vaticano, está al centro de misterios oscuros. Benedicto XVI intentó imponer principios de transparencia en las actividades económicas de la Santa sede pero fue victima de la guerra entre el secretario de Estado Tarcisio Bertone (también presidente de la omisión cardenalicia de vigilancia del Ior) y el cardinal Attilio Nicora, presidente de la Autoridad de Información Financiera del Vaticano. El despido del presidente del Ior, Ettore Gotti Tedeschi, es fruto de ese conflicto. En enero de 2012, la Santa Sede ha aprobado una nueva ley de anti reciclaje que ha llevado a Moneyval, el organismo del Consejo de Europa, a cambiar actitud.
El escándalo de los abusos sexuales, y el encubrimiento por parte de algunos cardinales que han participado en el Conclave, son una herida aun abierta entre los creyentes. Papa Francesco tendrá que esforzarse por curarla. Solo así podrá reconstruir la confianza de los católicos en la Iglesia.
Vestido de blanco, notablemente conmovido, el Papa Francisco I no quiso vestir la típica “mozzetta rossa” que estaba ya preparada en tres tallas (pequeña, media y grande) para el momento del anuncio. La tomó sólo para ser bendecida. En la plaza de San Pedro, al improviso, dejó de llover. El nuevo Santo padre pidió a los fieles presentes rezar por el: tendrá que estar a la altura de los desafíos. A juzgar por los primeros detalles, el de Jorge Bergaglio podrá ser un papado sencillo que purificará el sentimiento de la fe y la confianza en la institución de la Iglesia.
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